Tactos cristalinos

Hoy no es igual que ayer, no para mi, es noche de gatos pardos. Todas pardas las horas que me rodean, he escuchado la melodía de mis sueños, he escupido a la ventana,cerrada, sin consecuencias que, la mañana siguiente tuviera que afrontar, no es solo una noche, es el resto de mi vida, no es la madrugada, sino las horas que me quedan para verla. Ella es el invierno, en invierno la conocí. Pequeñas las almendras, dulces o amargas, pero pequeñas.
Aquella noche me cuenta su pasado , sin importarme en absoluto, su mirada... dejame pensarlo, fría, enamorada, estuve con ella una vida entera, aunque solo fueran par de meses, en los que lloré, reí, grité, sufrí, amé, escondí, hablé, canté....también me deprimí. Vuelvo, una noche entera de acontecimientos mas allá del alcance de mis dedos, Fernando, sabio el muchacho dijo, “no es bueno si tu no estas en tus auges, en la primavera los colores llaman, y el amor es el color de la verdad” que iba yo a entender eso, eran tonos pasajeros entrando y saliendo de mis orificios, pero lo entendía sin quererlo, no poder evitarlo, o no desearlo, quien no puede desearla, era belleza y simpatía, apatía al exterior, era una luz y un callejón, comparaciones sin importancia, que a la larga se aprenden, no es la vida ni los palos, sus astillas duelen, pero no significan nada, conocer es aprender, una filosofía en proceso, por supuesto no la mía, locas estarían si me conociera a mi misma, no como un peligro,sino como un refugio neutro de sensaciones. Derecho a sentir, todos y nadie.
Borracha de pasión escribí mil historias de amor, que empezaron y acabaron ahí, pasajeros al vuelo, pero quien sabe que fue de ellos. Yo no la olvido, ella era todo lo que tengo, protegerlo mi deber, si alguien sabe el por qué que me conteste, pero no hay respuesta alguna, tampoco la quiero, es simplemente el ver sentir, sentir querer y querer morir de rabia, cuando te equivocas, por que nadie se a culpa ni exculpa de responsabilidad, un caos mental, al que quiero referirme con esta declaración del homicidio, la más grande del sistema central de la ilusión, si de eso yo se mucho, la ilusión de una vida, o de un detalle, el que tubo ella conmigo, escucharme sin llevarme a su terreno, sin empequeñecer-me de avaricia, su néctar enriquecido con veneno suicida, tampoco apoyo eso a la pared, mancha la sociedad que tengo revuelta en mi brazo, como una cadena, nadie lucha contra eso, al menos no de verdad, y ahí comienza la ropa vieja, juntos y disueltos, como alteraciones genéticas, empeñar el esfuerzo en cosas diminutas. Las corteza de un árbol viejo, deshacerlo hasta convertirlo en nada, continúo con la historia de mi verdad, de la noche en la que las toxinas arrancadas de mi cuero seco, mi sexo, mi visión, si ella lo era todo, ahora doy por echo que quien tiene que sentirla soy yo, porque nadie la conoce mejor que esta grieta vacía, o llena de admiración. Sucia,pequeña la almendra que aprieto con la suavidad de mi mano. La amo.

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